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"Pokemon Go" Expedición nocturna

Esta es una historia que le ocurrió a un amigo, algo que si bien ya tiene un tiempo de haberle pasado, me lo comentó hace pocos días. Debo sincerarme al decir que sus palabras me impresionaron bastante cuando contó con lujo de detalles aquel suceso. Supongo que la gran mayoría ya tiene conocimiento de “Pokémon Go”, la nueva aplicación que está causando furor en el mundo; otra exitosa idea desarrollada por el fundador de la empresa “Niantic” John Hank, conocido también por la creación de “Google Earth”. Eso dio un paso al futuro para una nueva clase de diversión, algo que de jóvenes sólo podíamos imaginarlo al ver cada capítulo de la serie animada. Estoy seguro de que en la infancia, más de una persona en algún momento habrá pensado: “Que genial sería que existan, y más aún, poder viajar por los lugares para atraparlos o luchar con otros entrenadores.” Él justamente era uno de ellos, que ni bien supo que ya podía descargarse la aplicación, no lo pensó dos veces para aventurarse en el juego. La emoción que sentía pese a que ya es una persona adulta que vive sola, era algo indescriptible, que a su vez causaba gracia por parecer un pequeño con juguete nuevo. Pasaba horas y horas en las calles capturándolos, o en las plazas luchando con otros entrenadores, sólo era sentir que su móvil timbraba para indicarle que un pokémon estaba por los alrededores y sin pensarlo se levantaba en su búsqueda. Todo iba bien, hasta la noche de un martes que algo raro sucedió, una noche que se le plasmaría en la memoria. Ya eran aproximadamente las 23:00 hrs y él estaba recostado mirando la tv en su habitación, pero la calma fue interrumpida al sentir que recibió un mensaje a dichas horas. Cuando tomó su celular, notó que el juego le estaba avisando que un pokémon se encontraba cerca, pero había algo extraño; normalmente el programa muestra de que tipo se trata, pero esta vez, tan solo aparecía la silueta de una imagen a oscuras y no le brindaba ningún nombre. Cabe destacar que dudaba en salir ya que era demasiado tarde y el tiempo no estaba del todo bien, el viento soplaba bastante fuerte. Pero luego de pensarlo bastante, aparte de tener en cuenta que es una zona segura con un mínimo índice de robos, se levantó de la cama, se vistió, bajó las escaleras hacia la sala y se fue a la calle; tal vez el hecho de que la imagen no se muestre es porque se trate de una especie rara, al menos es lo que pensaba, sea como sea no podía perder esa oportunidad. Guiándose por el gps se dio cuenta que la señal lo estaba dirigiendo a una plaza pública que hay por las inmediaciones, un sitio en donde todas las mañanas varios padres llevan a sus hijos para disfrutar de los entretenimientos tales como las hamacas, el tobogán y el subibaja, entre otros. Estaba muy oscuro y la criatura continuaba ahí, a pesar de que la silueta no se parecía a ningún otro pokémon que haya visto, seguía mostrándose en el mapa, pero él apuntaba con la cámara hacia todos lados sin encontrar absolutamente nada. De repente escuchó un sonido a su izquierda, y capaz que por simple reflejo viró observando con su celular, se trataba de una de las hamacas que se movía por sí sola, podría haber sido el viento de no ser que las otras tres que se encontraban al costado estaban quietas, fue ahí cuando el terror se apoderó de su ser. A través de su cámara vio en la pantalla a un niño sentado en el juego, una figura pequeña con los ojos totalmente negros cuyas manos sujetaban cada extremo de la hamaca, meciéndose, pero al percatarse de que mi amigo estaba paralizado, viéndolo, el infante extraño que tenía sus ropas rasgadas y el rostro deforme se bajó y comenzó a caminar hacia su dirección. Según cuenta, al reaccionar se echó a correr para su casa sintiendo que esa cosa lo perseguía, que de momentos miraba hacia atrás sin ver a nadie, pero la sensación aún lo acompañaba. Con el corazón a mil llegó a su hogar, abrió rápidamente la puerta y se encerró, mientras que trataba de recuperar el aliento por la carrera. Suena el celular y se da cuenta de que nuevamente se trata del juego, avisando de que la misma silueta sin forma anda cerca, pero esta vez no se muestra en la plaza, ahora se mantenía fuera de su casa, justo en la acera del frente. Sumamente asustado subió al segundo nivel metiéndose en el cuarto y cerrándolo por dentro, lloraba por el miedo, estaba tan aterrado que le faltaba el aire y de momentos se le hacía un nudo en la garganta. La aplicación continuaba timbrando, eso se desplazaba por el mapa, ya había entrado. Sólo quería huir pero ya no sabía hacia donde, el silencio era testigo siendo entrecortado de momentos por su respiración agitada, hasta que… El programa en un aviso concreto, le informa que esa cosa está frente a él. El cuarto se sentía frío, sus labios exhalaban un vapor blanco dejándole en claro que ya no se encontraba solo, ni quería mirar pero la señal sólo lo inquietaba aún más. En un golpe de valor, levantó su celular prácticamente temblando, entrecerraba la mirada mientras que por dentro rogaba a dios que no hubiese nadie ahí. El horror estalló en un grito cuando al abrirlos, por medio de la pantalla vio al pequeño cara a cara, las cuencas de sus ojos estaban vacías, y éste le sonreía mostrándole los colmillos, deformándose aún más su rostro en esa mueca retorcida. Como pudo, de forma torpe abrió la puerta de su habitación, salió de ahí y se fue hacia lo de un compañero en común que vive cerca. Llamó y llamó hasta que lo atendió, él era un manojo de nervios mientras le contaba lo que había sucedido quebrándose en llantos, cuando se fijaron en la pantalla ya no aparecía nada. Ese muchacho que no le creyó demasiado pensó que ese juego lo estaba trastornando un poco, le dijo que no tenía problemas en que se quede si eso lo calmaba, pero de paso le recomendó que debería desinstalar la aplicación ya que era algo adictivo y lo terminaría volviendo loco. Finalizando la historia de su experiencia, me dijo que ya desinstaló todo de su móvil, pero aún así, hasta el día de hoy; hay veces que por las noches un frío profundo recorre su cuarto, que se escuchan ruidos en la casa, como pequeños pasos, y siente que algo lo observa desde los rincones. Ahora sabe que ya no vive solo, que en ese oscurecer algo vino con él para quedarse, pero me confesó una cosa; que prefiere un millón de veces esas sensaciones inquietantes, a tener que verlo nuevamente, porque aún no hemos conocido el verdadero horror.

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